Se los puede encontrar en un viaje, de veraneo por la playa, en apps para ligar, en redes sociales o en el lugar más inesperado… ¡Hablamos de los amores de verano! Sí, los mismos que hemos visto en películas, leído en libros o fantaseado en canciones. Esos tan intensos y a menudo inolvidables. Son líos, aventuras o relaciones normalmente fugaces que saben a playa, vacaciones, y, sobre todo, a libertad. Pero, ¿son amores reales o espejismos de enamoramiento? ¿Lo sufren solo los jovenes o pasa a cualquier edad?¿La tecnología los ha hecho más atractivos?
Los amores de verano son una de las trampas de cada estación estival… en la que todos podemos caer. Al menos el 61% de los españoles ha disfrutado o ha padecido, según como se mire, un amor de verano, publicaba la plataforma gratuita para conocer gente Mobifriends en 2019. Incluso hasta muchas personas casadas buscan una aventura cuando aprieta el calor, o así lo refleja la última encuesta de la web de encuentros extraconyugales Gleeden, que registra picos inusuales de conexión que puede llegar a aumentar hasta un el 80% durante los días de más calor. Y, según su estudio, más del 70% de las personas casadas experimenta problemas con su pareja en esta época del año
Los
amores de verano se caracterizan por su carácter fugaz, su temporalidad, y eso
les otorga más intensidad Drazen_ / Getty Images
Circunstancias
idóneas
Más
testosterona, más libertad, más vida social, menos ropa...
El
amor de verano es tan curioso que hasta la ciencia se ha metido entre sus
sábanas para investigar al respecto. Y ha llegado a conclusiones interesantes.
La primera es que el enamoramiento tiene una base biológica , según las
pesquisas de investigadores como Cindy Hazan, de la Universidad de Cornell de
Nueva York, y de Helen Fisher, de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey.
La segunda es que la hormona más implicada en el deseo sexual y el amor, la
testosterona, aumenta cuando el día es más largo y, por lo tanto, esta más
presente durante el verano.
Los
amores de verano se caracterizan por su carácter fugaz, especialmente porque
están vinculados al lugar donde transcurren las vacaciones y, lamentablemente,
estas no son eternas. “En ocasiones las personas son de diferentes ciudades, y
esto dificulta que la relación pueda mantenerse en el tiempo; quizás son más
intensos si cabe por ser evidente esta realidad, y se trata de disfrutar de
cada minuto con mayor afán, ya que se duda mucho sobre la duración de este tipo
de relaciones”, comenta Helena Calvo, psicóloga y coach especializada en relaciones
sentimentales y personales.
La
intensidad se debe especialmente a ese carácter temporal, insiste Calvo, que es
también experta en reparación de traumas con neurociencia. “Cuando la persona
siente la dificultad de permanencia de estos amores –añade–, lo idealiza y hace
que todo se vea más bonito de lo que es, y se enfoque en lo positivo, en lo que
dejará de tenerse”.
Es más, según la experta, como apenas duran unas semanas, no da tiempo a pasar de la fase de enamoramiento e idealización a la etapa de un amor más estable donde se ven tanto las cualidades como los defectos y de qué modo encaja esto con nuestra persona y situación. “Es por esto por lo que la persona queda atrapada en una imagen algo irreal de la otra persona, donde las expectativas juegan un papel fundamental”, puntualiza Calvo.
Como
a penas duran unas semanas, no da tiempo pasar de la fase de enamoramiento e
idealización
A
nivel químico, estos amores románticos suponen una gran cascada de hormonas y
neurotransmisores en el cerebro y esto podría explicar también la intensidad,
que también se acentúa por el hecho de que no se tiene el trabajo o la escuela
de por medio, razona Connie Capdevila. “Estamos más predispuestos a
experimentar y a disfrutar con todo, el nivel de estrés ha caído en picado y
está descansando en nuestro domicilio, dejándonos libres y dispuestos para
disfrutar y entregarnos a ‘lo que surja’. El ‘qué más da’ se impone sobre el
resto de argumentos”, complementa Calvo.
En resumen, con apenas unos estímulos, las expectativas de exprimir las vacaciones a tope se disparan, y nada nos hace reprimirlas ni contrastarlas con lo apropiado o lo que más nos conviene. “Las más horas de luz, el calor que nos permite mostrar nuestros cuerpos, o los vivos colores de la ropa colaboran como ingredientes complementarios a lo que ya de por sí tiene una fuerza arrolladora”, apunta Calvo.
Los
amores de verano son prácticamente un clásico que se repite de generación en
generación. Pero las formas cambian. Y si antes uno se lo encontraba mientras
veraneaba en una playa o en una discoteca, ahora ya se cuelan en el móvil. El
pasado febrero, con motivo de San Valentín, una encuesta de Worten había
cifrado en un 42% el porcentaje de españoles que utiliza su smartphone para
ligar a través de aplicaciones.
Las
citas concertadas por el móvil son una realidad y notan también el tirón del
verano. Y aunque los millennial prefieren llamar situationship a las relaciones
temporales en una app, la aplicación de citas ‘AdoptaUnTío” ha descubierto que
la búsqueda de este tipo de pareja crece hasta un 15% durante la temporada
estival.
Horizontal
Menos
estrés, más tiempo de ocio, más vida social, menos ropa... Las vacaciones
proporcionan las condiciones idóneas para el flirteo AleksandarNakic / Getty
Images
Entonces, ¿puede la tecnología hacer que ese amor de verano se vuelva más interesante aún? “Las relaciones de época estival son divertidas de por si y añaden la guinda al verano”, dice Helena Calvo. “Esto lo saben las empresas, y ayudan a fomentar este tipo de relaciones y todo depende de las expectativas que tengamos”, matiza.
“Las
apps facilitan la elección, pero exponen a ser reconocidos y eso a veces echa
para atrás”
Helena
Calvo
Psicóloga
Aunque el amor de verano es más típico en la adolescencia, eso no significa que no pueda ocurrir en otras edades, sugieren las especialistas. En la adolescencia pueden ser más intensas las relaciones porque el lóbulo frontal del cerebro, responsable de las funciones ejecutivas como el autocontrol, la planificación o la organización, se va desarrollando hasta los 25 años. “Pero puede haber amores de verano en todas las edades”, asegura Connie Capdevila.
Calvo
apunta que en la adolescencia estos amores también son más frecuentes debido a
la inexperiencia y a la revolución hormonal. “Les hace ser más espontáneos, y
los mecanismos de control se desploman, mientras que según avanza la edad
–explica–, el conocimiento de esta situación y la capacidad de control hacen
más fácil que se racionalice más la capacidad de entrega sin filtro a estas
relaciones”. Así, en las personas de mayor edad, aunque exista también
predisposición, se bloquean muchas posibilidades porque ya se hace un balance
de pros y contras.
¿Con
fecha de caducidad?
Los
amores de verano pueden ser diferentes en cuanto a intensidad, pero se parecen
mucho a los del resto del año, reconoce Connie Capdevila. Y aunque se tiende a
pensar que tienen fecha de caducidad, también se debe tener en cuenta que las
expectativas de cada persona son diferentes y estas expectativas tienen mucho
que aportar a la hora de la atracción y de que se vaya más allá, matiza. “Sin
embargo, al igual que en las relaciones habituales, se debería poder ser uno
mismo, mostrar confianza o que el otro muestre confianza, y poder conectar con
la otra persona”, advierte Capdevila.
En
ocasiones, la confusión del flechazo con el amor se produce por las
expectativas. “El concepto de amor es muy amplio, pero es cierto que todo lo
que envuelve a estas relaciones hace que segreguemos gran cantidad de
neurotransmisores que pueden facilitar esta confusión entre si es un amor
verdadero o simplemente consecuencia de todas las circunstancias que hemos
expuesto”, dice Helena Calvo.
Un
buen aprendizaje
En la vida siempre se aprende,
comenta Capdevila, “y los amores de verano, cuando se terminan, si lo superas bien,
también es una oportunidad de resiliencia, de conocerte un poco más y tener una
nueva experiencia” de la que extraer aprendizajes.
Nos ha quedado claro que
los amores de verano son intensos, con fecha de caducidad y, a menudo,
inolvidables. Pero cuando las vacaciones acaban toca decir adiós y aquí lo
ideal, según aconseja Calvo, es contar con la anticipación, es decir, tener
claro que existe una gran posibilidad de que no trascienda la relación y enfocarse
en el disfrute controlando las expectativas. “Si esto no lo llevamos a cabo, la despedida será mucho más difícil e
incluso traumática, dependiendo de nuestra estructura emocional previa y de si
hay conflictos sin resolver”, apunta. “En este caso, es importante focalizarnos
en nuestra vida cotidiana, en recuperar nuestras amistades, rutinas y crear
nuevos proyectos e ilusiones”, enfatiza.
doble-d / Getty Images/iStockphoto
Acabar con un amor de verano va a depender de la situación de cada persona. Por ejemplo, puede ser difícil para los adolescentes porque por un lado tienen los sentimientos de tristeza que se combinan con el final de verano y de volver a la vida habitual, señala la psicóloga Capdevila. “Y depende de cómo sea esa vida habitual se tiene un tipo de sentimiento u otro. En este sentido, los padres y madres tienen que estar atentos a escuchar historias de dolor y a ofrecer confort, y escuchar a estos adolescentes porque estas experiencias de cómo superar un amor de verano son oportunidades también de fomentar resiliencia”, recalca.
Por otro lado, aquellas personas que buscan una pareja estable y que han proyectado deseos y fantasías en ese amor de verano, cuando se termina podrían sentir culpabilidad si no es lo que esperaban , o sentirse rechazada o rechazado, agrega Capdevila. “ En cambio para otras personas que hace poco que se han separado o llevan mucho tiempo sin pareja, esta tensión de un idilio de verano puede suponer una subida de autoestima”.
Y aunque los amores de verano suelen en su mayoría quedar en el recuerdo, otros, en cambio, han acabado en una relación más sólida. “Además, hoy en día, con la tecnología también se puede extender esta relación, o provocar que se termine al ver fotos del otro en la redes con otras personas y demás”, matiza Capdevila.