A pesar de que no hay una
fórmula mágica para saber si alguien es de fiar o no, la psicología de la
personalidad nos ofrece algunas pautas al respecto. Gracias a ellas, podremos
conocer mejor a una persona y saber si merece nuestra confianza. Son las
siguientes.
Primero mis dientes que
mis parientes, dice un viejo refrán. ¿Por qué algunas personas son egoístas?
¿Es un rasgo aprendido o hay quien viene al mundo con el ego ya «subido» de
fábrica? Esta es una cuestión que nos planteamos muy a menudo, sobre todo,
cuando estamos obligados a compartir tiempo y espacio con quien solo se
preocupa por sus propios beneficios.
Así, algo que sabemos bien
desde el campo de la psicología es que todos nosotros tenemos ciertas
pinceladas de esta dimensión tan criticada como negativa. En nuestro interior
se balancean de un lado a otro -como un péndulo- tanto el sentido de la
cooperación como el del egoísmo. Y que esto sea así es perfectamente normal e
incluso necesario. Nuestro sentido de supervivencia también recurre de vez en
cuando a ese autoproteccionismo tan básico.
Al fin y al cabo, es
saludable reservar una cantidad justa y adecuada de ese interés propio con el
que priorizarnos cuando toca. No obstante, si caemos en el exceso, cuando se
opta en cada situación y circunstancia por situarnos delante de los demás con
deliberado orgullo, estaremos navegando en las aguas envenenadas del egoísmo
más lesivo. Ese en el que se dificulta tanto la convivencia. Comprendamos por
tanto qué hay detrás de esta conducta y estilo de vida.
¿Por qué algunas
personas son egoístas? Causas que lo explican
Decía Jacinto Benavente
que el único egoísmo aceptable era el de quien procura que todos estén
bien para estar uno mejor. Tal vez fuera cierto, pero en
realidad pocos perfiles de personalidad nos son tan incómodos e
incluso conflictivos en la vida diaria como el egoísta. Es más, aunque
tengamos claro que la mayoría de las personas estamos motivadas para perseguir
y proteger nuestros intereses particulares, hay quien lleva este hecho al
extremo.
Tal y como nos indican en
una investigación realizada en la Universidad
Estatal de Ohio, por parte de la doctora Jennifer Crockher, es cierto que el
ser humano puede manifestar por igual tanto conductas egoístas como altruistas.
Sin embargo, como grupo social, el comportamiento egoísta va en contra
de nuestra naturaleza y tiene un coste evidente.
Si el ser humano se hubiera
limitado desde el inicio a proteger sus intereses en exclusiva, no hubiéramos
sobrevivido como especie. Entonces ¿por qué algunas personas son
egoístas? ¿qué hay detrás de una conducta que, en apariencia, va en contra de
nuestra esencia como especie?
El niño tirano y el
adulto egoísta
En un trabajo realizado
en la Universidad de Psicología de la Universidad de Michigan, se demostró algo
interesante. Cuando un niño tiene 3 años ya comprende perfectamente las
normas de equidad. Sabe que compartir es lo adecuado y lo que se espera de
él. Mostrar y demostrar conductas cooperativas es algo decisivo dentro del
desarrollo social de los más pequeños.
Sin embargo, muchos eligen
no hacerlo. Si los padres no promueven el altruismo y los
comportamientos cooperativos, acabarán dando forma al clásico niño tirano o emperador. De este modo, si nos
preguntamos por qué algunas personas son egoístas el origen de ello está muchas
veces en la infancia.
Es más, algo que debemos
tener claro es que el hecho de no educar en empatía, cooperación y
respeto hará que el adulto de mañana presente más rasgos, además del
egoísmo.
El egoísmo se acompaña a
menudo de poca resistencia a la frustración y mala gestión emocional.
El egoísta presenta
también una baja capacidad de autocontrol y
derivan a menudo en el autoritarismo.
El egoísmo como
mecanismo de defensa
Buena parte de la conducta
egoísta más lesiva se explica por el factor educacional. Ahora bien, en una
porcentaje menor de casos, también puede tener como origen el factor
personalidad y, en concreto, el hacer uso de esta dimensión como mecanismo de
defensa. ¿En qué sentido? nos preguntaremos…
Hay personas que a raíz de
diversas experiencias negativas pueden crear una especie de coraza de
autoprotección.
Su objetivo es no ser
heridas, no experimentar desengaños ni decepciones nuevamente.
Para ello, desarrollan una
actitud desde la que se priorizan a toda costa, hasta el punto de asumir una
conducta arrogante, ambiciosa y hasta agresiva.
Poco a poco, construyen
una autoestima excesiva y claramente dañina bajo la que no se esconde otra cosa
más que la inseguridad. El egoísmo es también un mecanismo de defensa
para ocultar un daño, una herida
Por qué algunas personas
son egoístas: una actitud deliberada ante la vida
Si nos preguntamos por qué
algunas personas son egoístas lo mejor es observar su comportamiento. Algo que
percibiremos es su actitud. Nada en ellos es inconsciente, lo que hacen, como
actúan y el modo en que responden ante las cosas no es casual ni inconsciente.
Hay una voluntariedad de ser así, es un «yo antes que tú», un «no me importa lo
que sientas, importa lo que necesito yo».
Richard Dawkins, biólogo
evolutivo, enunció en los años 70 la llamada teoría del gen egoísta. Según este
enfoque, esta dimensión forma parte del ser humano, al igual que la violencia,
el racismo, la discriminación… Hay quien adopta esta tendencia de manera
deliberada. Otros, en cambio (la gran mayoría), priorizan el altruismo, el
respeto y la cooperación.
Queda claro que el día a
día no es nada fácil cuando tenemos cerca a alguien con este perfil. El egoísta
deliberado y reincidente rara vez puede crear lazos personales sólidos ni aún
menos felices. Al fin y al cabo, muchas veces nos vemos obligados a poner
distancia para salvaguardar nuestra integridad.
Porque quien se ama solo a
sí mismo corre el evidente peligro de tener como única compañía a la soledad…
cortesia L.es M.
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