En el mundo de las relaciones interpersonales, especialmente en el de las parejas, hay momentos difíciles que nos toca vivir. Uno de ellos es cuando vivimos un amor no correspondido o cuando estamos en una relación y sabemos que ha llegado el momento de despedirse porque lo hemos intentado todo y la cosa no funciona.
Estas situaciones pueden crear un gran sufrimiento, y permanecer en ellas puede llegar a ser devastador. Por ese motivo, aunque a nadie le gusta despedirse de alguien a quien quiere, a veces es la mejor opción.
Pero hay momentos en los que decir adiós es una oportunidad para crecer, y también una oportunidad para redirigir nuestra vida hacia el camino que deseamos, porque cuando el amor no es correspondido, los obstáculos en el camino pueden ser demasiado grandes como para seguir en esa ruta. En estos casos, conviene ser inteligentes y tomar el camino correcto, aquel que nos permita volver a ser nosotros mismos y que nos dirija hacia nuestro bienestar.
Y es que dicho así puede sonar egoísta, pero peor es aún permanecer en ese camino en el que la otra persona será egoísta con nosotros en algún u otro momento, porque cuando no sentimos lo mismo y la relación no es equitativa. Cuando una relación comienza a ser tóxica, tenemos las de perder sí o sí.
La decisión de decir adiós puede ser dura, pero en este contexto es, sin lugar a dudas, la opción menos mala. Aunque en el momento de la despedida parezca que el mundo se acaba, lo cierto es que es una manera de cerrar una etapa y comenzar una nueva. Una que nos va a permitir crecer, y de la que podremos aprovechar ese dolor inicial para ser más de lo que somos y desarrollarnos como personas.
cortesia p.y m.
Cuando decir adiós es una oportunidad para crecer
Las despedidas pueden ser muy duras, y más aún cuando sabemos que no volveremos a ver a esa persona que tanto hemos querido, y somos conscientes de que nada volverá a ser lo mismo y que, con el tiempo, la conexión que alguna vez hubo desaparecerá.Pero hay momentos en los que decir adiós es una oportunidad para crecer, y también una oportunidad para redirigir nuestra vida hacia el camino que deseamos, porque cuando el amor no es correspondido, los obstáculos en el camino pueden ser demasiado grandes como para seguir en esa ruta. En estos casos, conviene ser inteligentes y tomar el camino correcto, aquel que nos permita volver a ser nosotros mismos y que nos dirija hacia nuestro bienestar.
Y es que dicho así puede sonar egoísta, pero peor es aún permanecer en ese camino en el que la otra persona será egoísta con nosotros en algún u otro momento, porque cuando no sentimos lo mismo y la relación no es equitativa. Cuando una relación comienza a ser tóxica, tenemos las de perder sí o sí.
La decisión de decir adiós puede ser dura, pero en este contexto es, sin lugar a dudas, la opción menos mala. Aunque en el momento de la despedida parezca que el mundo se acaba, lo cierto es que es una manera de cerrar una etapa y comenzar una nueva. Una que nos va a permitir crecer, y de la que podremos aprovechar ese dolor inicial para ser más de lo que somos y desarrollarnos como personas.