Mi pareja no me cuenta sus preocupaciones,
¿a qué se debe?
El amor confluente, los cimientos de la
relación saludable
9 claves para saber si tu pareja se
preocupa por ti
A veces, el
primer amor no siempre llega en el orden correcto. Hay relaciones que acontecen
en la edad madura, permitiéndonos descubrir a personas mágicas e inesperadas en
cuyos abrazos nos gusta refugiarnos, porque huelen a hogar y sus besos saben a
azúcar y fuego a la vez. Porque el amor maduro no entiende de edad, es digno y
vital y energizante.
Un hecho
común en muchos de estos casos en que se consolidan relaciones tan
significativas en la edad madura, es que alguno de los miembros tenía la clara
seguridad de que en su caso, las puertas del amor se habían cerrado para
siempre. En ocasiones, almacenamos fracasos sentimentales tan desoladores que
tenemos la sensación de que nuestro corazón, convertido ya en piedra, ha caído
en lo más hondo de un pozo.
Los amores maduros se encuentran en la
media tarde de la vida. Son personas libres, tranquilas de corazón y ricas de
pensamiento, porque en sus rostros bailan las sonrisas y las ganas por seguir
queriendo. Porque a veces, el primer gran amor no siempre llega en el orden
correcto
Hemos de señalar también algo importante. No todas las personas, solo por llegar a a los 50 o los 60 años, son capaces de construir un amor maduro, consciente y feliz. Hay muchos corazones amargos que no han purgado penas, que no han sido capaces de hacer ese viaje interior donde poder perdonar, donde hacer de las vivencias pasadas senderos renovados que transitar con ilusión.
Porque la
madurez personal no la trae los años ni tampoco los daños. Sino la actitud y
esa sabiduría de las emociones donde no todos han adquirido su doctorado, su
maestría. Te invitamos a reflexionar sobre ello.
hombre
besando mujer
El amor
maduro, construyendo presentes perfectos
Cuando uno
llega a a esa edad en que las décadas han trazado en nosotros más historias de
las que podríamos contar, nos vemos en ocasiones como esas frutas maduras
ligeramente magulladas por los bordes. Ahora bien, no hay que olvidar nunca que
las frutas maduras tiene un sabor mucho más dulce y placentero, que esas otras
demasiados verdes, demasiado prietas y ligeramente amargas.
Nuestras
vivencias no son un lastre. Al contrario, nadie debería ser el resultado de sus
decepciones, de sus fracasos o aún menos de las heridas que otros les
infringieron. Somos nuestra actitud ante todo lo experimentado, nunca un mero
resultado. Por ello, el amor maduro añade al sentimiento una dosis de sabiduría
para poder construir aquello que de verdad importa: presentes felices,
presentes dignos y apasionados donde descubrirse el uno al otro.
Ninguno de los dos miembros renuncia a sus pasados, simplemente se aceptan, como se aceptan las pieles desnudas habitadas por algunas cicatrices, alguna arruga dejada por el tiempo en esos rostros y en esos cuerpos perfectamente imperfectos donde por supuesto, tampoco importan las décadas ni las decepciones. Solo el placer del aquí y ahora.
Sabios
artesanos del amor
pareja fusionada en un árbol amor maduro
Decía Erich Fromm que amar es un arte. No es solo una relación placentera, esa que nos aporta sin lugar a dudas el propio enamoramiento, ahí donde casi no se necesita hacer nada, solo sentir, solo dejarse llevar, respirar, soñar y dejarnos caer en los recovecos profundos del deseo.
Amar es un arte porque requiere esfuerzo, es como dar forma a una escultura o a un lienzo donde cada pincelada es esencial para conferir perspectiva, cuerpo y belleza a esa obra. El amor maduro, ese que acontece cuando ya hemos dejado la juventud, es muy capaz de trazar cada movimiento con sutil perfección porque es un buen artesano de las emociones. Porque ya no necesita demostrar nada y sabe muy bien lo que quiere.
CORTESIA l.m.es m.