Nos preguntamos, ¿existe el hombre ideal? Ese del que tu
tía, tu abuela o a veces tu mamá, hablan. Pero quizá el príncipe azul es una mera
fantasía,argumentan.
“Ya llegará. Lo que pasa es que no tienes que buscarlo ni estar pendiente. Cuando menos te lo esperes, aparecerá tu hombre ideal”. Claro que sí, guapi. Que levanten la mano todas las solteras all the single ladies, que diría Beyoncé que en algún momento de sus vidas hayan escuchado esta especie de mantra con el que nos machaca la sociedad una y otra vez. Y por sociedad me refiero a, sobre todo, señoras mayores y amigas con novio y/o casadas.
Ya decía yo que veía mucha mano levantada. Por eso y porque
me pagan por escribir, hoy estoy aquí para echar por tierra esta maldita
muletilla con la que terminan muchas conversaciones sobre el amor cuando tú
estás en medio del desierto de la soledad al que a mí me gusta llamar paraíso
de la independencia y tu interlocutor vive ¿plácidamente?
“Cuando menos te lo esperes”…
Comencemos por el principio de la frase. ¿Me estás contando que esto es como cuando el camión llega de manera inesperada media hora antes? ¿O como cuando encuentras un billete de veinte soles en el bolsillo de tu pantalón? Vaya, que lo que quieren decir con esto es que el conocer a alguien que te interese, románticamente hablando, es algo totalmente inesperado, loco e increíblemente espontáneo.
No lo creo por una sencilla razón. Ni una de las relaciones
estables que me rodean surgieron fruto de la casualidad. Me explico. Quizá el
señor Y y la señora X se encontraron en una cena con amigos comunes que fijo
que querían presentarlos o moviendo sus caderas al ritmo de Despacito en una
noche de borrachera, ¿es eso casualidad? Pues sí y no, queridos. Por un lado,
lo cierto es que no te esperabas coincidir con esa persona, pero eso no quiere
decir que lo demás sea igual. Me explicaré mejor.
Una vez logrado el contacto, debes mantenerlo. Vaya, que esto es como si fueras autónomo y tuvieras que buscar clientes. Llámame poco romántica, pero es lo que hay y lo sabes. Después de ese primer encuentro, él, tú o los dos deben mostrar interés, intercambiar números de teléfono, cortejar… O bueno, más bien que él te procure porque, como buen macho alfa que es, él es quien debe acechar a su presa. Léase con tono irónico, por supuesto.
Además, no puedo con que ese “cuando menos te lo esperes”
salga de boca de gente que ha hecho justamente lo contrario. Una cosa es que
hayan intentado aparentar indiferencia hacia la otra persona lo típico de
“hazte la dura y que te llame él”, pero al final estaban deseando esa llamada,
las cosas como son.
Pero voy a ir un paso más allá y generar un poco más de
polémica, si cabe. El ejemplo más claro que te puedes poner es el de cuando un
chico le pide matrimonio a su novia que al revés no se puede, claro, después de
que esta llevara años dándole indirectar y no precisamente sutiles. Es entonces
cuando ella te llama y te dice: “Qué fuerte. No me lo esperaba”. Claro. Para
nada. Un shock total.
… “aparecerá tu hombre ideal”
Pero sin duda, la mejor parte de esta célebre frase está en su final como en los helados en cono cuando se queda el chocolate al fondo. ¿Cómo que ‘tu hombre ideal’? ¿Y si solo quiero que sea un hombre? ¿Por qué tiene que ser ideal? Y sí, ahora me dirás que me quejo mucho, pero es que no puedo con ese concepto idealizado del amor romántico. Ni las relaciones de pareja son ideales, ni los hombres y mujeres somos ideales.
Todos tenemos nuestro lado oscuro, nuestros secretos,
nuestros vicios, nuestras manías, nuestros días de “no me hables que hoy estoy
que muerdo”… Y todo eso NO es malo. Al contrario. Sin embargo, estamos
empeñados en agarrarnos a unos cánones en las relaciones personales que no se
ajustan a la cruda realidad. ¿Y de dónde los hemos sacado? Pues de las novelas
y películas románticas. Del ‘chico salva a la chica’, del ‘chico malo que
cambia por ti’, del ‘chico te ve por la calle y te persigue para conseguir tu
número porque le has encantado’, etc. Pero, ¿qué pasa con la ella?
He aquí el motivo por el que esta frase me incomoda mucho. Porque no se le dice a los hombres y nos ponen a las mujeres en ese puesto de espera, de estar sentada en el baile del escuela esperando impacientes la mayoría a que nos saquen a bailar. No quiero bailar con el más guapo, ni con el más ideal, ni tampoco quiero esperar a bailar con alguien. Bailar sola también es divertido.
Además, lo siento, pero...
no voy a pasarme la vida esperando algo que, seguramente, no llegará. No creo en hombres ideales. Quizá si me dijeran hombre a secas, les compraría el argumento. Pero no. Los príncipes azules no existen y las princesas, queridas, tampoco. Por suerte para nosotras, ahora podemos ser nuestros propios príncipes. Construir nuestro castillo, organizar fiestas en él, trabajar para mantenerlo, comprar un bonito carruaje… Vaya, lo que viene siendo ser dueñas y señoras de nuestro palacio.Porque, ¿qué es lo peor que podría pasar? ¿Que no podamos
con todas las perdices de una? Pues las congelamos y nos las comemos otro día.
¡Arreglado!
cortesia G.ES