¿Se acuerda ? Ese instante en el que conocemos a alguien excepcional, y el mundo parece ponerse boca abajo. Flotamos, cantamos y bailamos, se nos pone un agujero donde antes estaba nuestro estómago, y las endorfinas se encargan del viaje. Nos hemos enamorado.
La sabiduría
popular sugiere sin embargo que ese amor intensamente apasionado es un fenómeno
raro en asociaciones a largo plazo. El supuesto es que los picos de pasión de
las primeras etapas de una relación, se acaban por desvanecer con el tiempo.
Pero ¿y si esas mariposas del principio de una relación pudieran durar toda la
vida? De acuerdo con un nuevo estudio publicado por investigadores de la
Universidad Stony Brook, en Nueva York, y Harvey Mudd College en California, es
más que posible.
La investigación, titulada “¿Es el amor a largo plazo más que un raro fenómeno?” encuestó a 274 individuos casados sobre cómo clasificaban sus sentimientos por su pareja, desde un “para nada enamorado” a un “intensamente enamorado”. El 40 por ciento de los individuos casados durante más de 10 años afirmaron sentir el mismo nivel de amor por su pareja que los recién casados.
De acuerdo
con el estudio, el comportamiento afectivo (las caricias, los abrazos, los
besos, tomarse de la mano,..) y las relaciones sexuales, se correlacionaron con
el amor intenso a largo plazo en el matrimonio. Aunque esto no es sorprendente:
una encuesta reciente también encontró que las parejas se beneficiaban de
manera similar de los mimos. Otros factores que contribuían a los sentimientos de
amor intenso incluían pensar positivamente en la pareja, y pensar en ella
cuando estaba lejos. Compartir actividades diferentes, nuevos desafíos y la
felicidad general de la vida
Los investigadores encontraron también que ciertos comportamientos eran comunes entre las personas que amaban intensamente a sus parejas, con una diferencia significativa entre los sexos. Para los hombres, querer saber dónde estaba su pareja en todo momento se correlacionó significativamente con el amor intenso. Mientras que para las mujeres, la pasión por temas no relacionados con la pareja, sugirió que una mujer necesita satisfacer su necesidad de espacio, para contribuir al amor intenso por el otro.
Además, a
pesar de que la satisfacción marital estaba estrechamente asociada con
sentimientos amorosos, algunas personas que reportaron una baja satisfacción
todavía informaron de un amor intenso por sus parejas. De hecho, la asociación
entre el deseo y el amor físico intenso fue más fuerte para las personas que
manifestaban una menor satisfacción con la relación. Este hallazgo sugirió que
las parejas con problemas (por ejemplo, por desacuerdos sobre el dinero, la
crianza de los niños, o la división de las tareas domésticas) todavía podían
tener una fuerte conexión física y un intenso amor por el otro.
Así que ya
lo sabéis. Si lográis encontrar ese mágico equilibrio entre compartir,
encontrar vuestro espacio, y seguir sonriendo al pensar en esa persona
especial, puede que las mariposas se queden con vosotros toda la vida.
La
investigación, titulada “¿Es el amor a largo plazo más que un raro fenómeno?”
¬encuestó a 274 individuos casados sobre cómo clasificaban sus sentimientos por
su pareja, desde un “para nada enamorado” a un “intensamente enamorado”. El 40
por ciento de los individuos casados durante más de 10 años afirmaron sentir el
mismo nivel de amor por su pareja que los recién casados.
De acuerdo con el estudio, el comportamiento afectivo (las caricias, los abrazos, los besos, tomarse de la mano,..) y las relaciones sexuales, se correlacionaron con el amor intenso a largo plazo en el matrimonio. Aunque esto no es sorprendente: una encuesta reciente también encontró que las parejas se beneficiaban de manera similar de los mimos. Otros factores que contribuían a los sentimientos de amor intenso incluían pensar positivamente en la pareja, y pensar en ella cuando estaba lejos. Compartir actividades diferentes, nuevos desafíos y la felicidad general de la vida.
A pesar de
lo que prodiguen los poetas, el amor no es para siempre. Al menos el amor
químicamente puro, si se me permite la licencia. Otra cosa es que, tras caducar
el amor neuroquímico, una pareja continúe unida y feliz, aunque no
necesariamente bajo el manto del amor sino de muchos otros sentimientos
similares. El cariño, la camaradería, la complicidad y otros.
Bueno, esto
es siempre si obviamos a los mutantes. Porque hay mutantes que sí se pueden
enamorar para siempre.
Los
psicólogos sociales han detectado, en la mayoría de relaciones de pareja a
largo plazo, una fase inicial de amor romántico y apasionado que acostumbra a
durar de 9 meses a 2 años. Es una fase inicial, pues, en la que nuestro juicio
está un poco distorsionado por los aflujos neuroquímicos (y quizá deberían
cambiarse algunas leyes para adecuarse a ello: ya que en EEUU se estipula una
espera de entre 6 y 24 meses para conceder un divorcio, quizá también debería
estipularse una espera similar para conceder el matrimonio). Pero antes os
hablaba de una serie de mutantes, personas que pueden estar enamoradas siempre
de la misma pareja. La mayoría de nosotros, tras ese lapso de enamoramiento
inicial, según los escáneres cerebrales, ya no mostramos una activación intensa
del centro dopaminérgico de la ATV (la dopamina es liberada desde neuronas
situadas en el área tegumental ventral (ATV). Pero en algunas personas que
siguen emparejadas y asegurando que su pasión es idéntica a la del primer día,
el circuito del placer de la ATV se sigue activando con fuerza al ver el rostro
del ser amado.
La razón de existan estos casos tan particulares no está clara: ¿depende de la clase de persona de la que nos enamoramos, porque quizá es una suerte de media naranja perfecta? ¿O más bien es algo que ya poseemos biológicamente determinado?
Un equipo del Albert Einstein College of Medicine encabezado por la neurobióloga Lucy Brown hizo un estudio con hombres y mujeres de esta clase, los X-Men-Lovers, podríamos llamarlos. Explica el estudio el neurólogo David J. Linden en su libro La brújula del placer:
Se obtuvieron escáneres cerebrales de los sujetos mientras contemplaban una fotografía de la cara de la persona amada. Como tarea de control, y tras una actividad de distracción para dejar que la pasión se enfriara, los sujetos miraban la fotografía de un conocido del mismo sexo y la misma edad que su amado, pero que no les despertaba ningún sentimiento en especial (…) Naturalmente, este estudio era puramente correlacional: no demostraba que las regiones que se activaban o desactivaban subyacieran a la sensación de enamoramiento. También debemos preguntarnos hasta qué punto estos resultados se deben únicamente al sentido de la vista. (…) Con todo, la pauta de los cambios cerebrales que acompañaban la visión del rostro del ser amado fue extraordinariamente coherente con los informes que habían elaborado los sujetos. (…) Y ¿qué reveló este estudio sobre el placer intenso y eufórico del enamoramiento? Pues que se corresponde con una fuerte activación del circuito dopaminérgico del placer, es decir, de la ATV y de ciertas áreas de proyección como el núcleo caudado. Como hemos visto, esta pauta de activación es similar a la respuesta a la cocaína o la heroína. Y ¿qué hay de la incapacidad de juzgar con objetividad a la persona amada? Podría deberse a la desactivación de la corteza prefrontal, uno de los centros de la capacidad de discernir, y a la desactivación de los polos temporales y de la unión parietotemporal, las regiones de la corteza que intervienen en la cognición social.
El problema
es que los estudios realizados con escáner cerebral no permiten determinar si
las diferencias observadas en la activación cerebral de los hombres y las
mujeres se deben a influencias socioculturales, a diferencias genéticas o
epigenéticas, o a ambas cosas.
cortesia x.c.