Potencial armamentístico: la mejor carta de Pionyang
Halpin, en su artículo para 'The National Interest',
analiza el potencial armamentístico de Pionyang y resalta que además de las más
de 20 unidades de armas nucleares, el país dispone de entre 2.500 y
5.000 toneladas de armas químicas. Resalta que pese a carecer de misiles
intercontinentales capaces de alcanzar el territorio estadounidense, sus
misiles de mediano y corto alcance podrían provocar daños en bases de
EE.UU. en Corea del Sur, Japón y la isla Guam.
El exasesor asegura que las primeras víctimas del conflicto serían los
más de 10 millones de habitantes de Seúl, capital surcoreana, que se encuentran
en la mira de los sistemas de defensa norcoreanos al sur del país. Sin embargo,
en caso de hacer uso del arsenal químico, ellos no serían los únicos
perjudicados: también los más de 28.000 estadounidenses en servicio en
la península y aquellos desplegados en Tokio.
La economía mundial: otra víctima más
Estados Unidos envió buques de guerra a las aguas de la península coreana y Corea del Norte expresó estar lista para la guerra. Foto: Marina de los Estados Unidos |
Según opina Halpin, otra víctima hipotética de la guerra sería sin lugar
a dudas el comercio y la economía mundial. Las acciones militares provocarían
en EE.UU. que tiendas como Walmart, que se abastecen con productos provenientes
de países de asía oriental, vieran sus estantes vacíos. Además, si China decide
apoyar a Corea del Norte al ver en riesgo sus intereses, las
"consecuencias para el mercado serían catastróficas".
En conclusión, si la Guerra de Corea - entre 1950 y 1953 - le costó a
EE.UU. cerca de 20.000 millones de dólares y más de 50.000 vidas, una segunda
parte, además de las víctimas mortales, acabaría con la infraestructura de
Corea del Sur, llevaría a una posible intervención de China y desembocaría en
un colapso de los mercados del Pacífico con la "interrupción total del
comercio mundial".
"Lo más devastador de todo sería el posible uso de armas
nucleares en combate por primera vez desde Hiroshima y Nagasaki. Así que la
pregunta que debe hacerse es: ¿Un ataque vale la pena el riesgo?",
finaliza el autor.
cortesía RT